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Xoloitzcuintle, eterno y fiel compañero hasta la muerte


Foto: Julio Cuevas

''El viaje en busca de la paz

comienza al final.

Cuando el mundo quede atrás

el eco eterno del silencio llegará.

Tan sólo a las orillas

un pequeño Dios, te espera,

y será tu guía

al empezar tu nueva era.''

A.J.

​​De acuerdo a la leyenda azteca, a quien sea que haya tratado mal a un perro en su vida le será imposible atravesar el profundo y caudaloso río Apanohuaia, el primero de los 9 niveles del inframundo mexica: el Mictlán.

Después de trascender a la otra vida, el mexica debe recorrer un largo camino hacia el interior de la madre tierra guiado por su fiel compañero en vida y muerte, el Xoloitzcuintle o pequeño Dios de la muerte.

Al llegar al Itzcuintlán o ‘’lugar de perros’’, el viajero muerto descubre el propósito de haber cuidado y ganado la confianza, cariño y la amistad en vida de un Xoloitzcuintle, ahí, al otro lado del cauce se encuentra una multitud de perros esperando a quién fuera su amo en vida para ayudarlo a cruzar las feroces aguas del río, y así seguir su camino hacia el descanso eterno.

De lo contrario, sin un amigo que lo auxilie, el muerto quedará varado a las orillas del Apanohuaia sin la posibilidad de continuar su viaje.

Sus cuerpos deambularán por siempre y sus voces se tornan en el viento que sopla los páramos de Xolotl, el Dios del relámpago, estrella de la tarde y gemelo del Dios Quetzalcóatl.

Xólotl se transformó en xoloitzcuintle para ir al Mictlán y hacer posible la creación de la humanidad al obtener ‘’el hueso de la vida’’ por lo que se ganó la empatía de los Dioses.

Es por eso que el Xoloitzcuintle es un emblema de la cultura mesoamericana, una raza con más de 7 mil años de antigüedad considerado como un guardián y aliado trascendental que nos guiará hacia el inframundo.

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